Paros
Paros es todo en uno, una historia de amor y una de las islas Cícladas más fértiles.
Caminando por los pequeños barrios entre los pueblos de pescadores encalados huele los pinos, los eucaliptos y vea las buganvillas en todos los tonos, margaritas y melones por toda la isla.
Playas de aguas cristalinas para todos los gustos: recónditas, cosmopolitas, organizadas o salvajes se transforman en un paraíso terrenal para celebridades, veinteañeros bien formados, familias y por supuesto para los amantes del viento y el windsurf.
Parikia es el punto de partida de cada ruta, en sus callejuelas conviven tiendas de todo tipo, tradicionales casas blancas de las Cícladas con mansiones neoclásicas, monumentos antiguos, pequeñas iglesias hechas a mano y pequeños monasterios aquí y allá bajo la colina del castillo veneciano.
Por supuesto, todo parece pequeño, frente al símbolo de la isla, el Monasterio de Panagia Ekatontapyliani, que se dice que fue construido por Constantino el Grande.
Aquí es donde se lleva a cabo el festival más grande de la isla el 15 de agosto.
La iglesia es el santuario sagrado más grande después del complejo del Monte Athos, mientras que el ícono de la Virgen del siglo XVII es el segundo ícono de peregrinación de las Cícladas después del ícono de la Virgen de Tinos.
Nada más caer la puesta de sol, toma la batuta Naoussa, que por la mañana parece estar dormida, al mediodía se zambulle en las cercanías de Kolimbithres, una de las playas más fotografiadas de la isla con su singular paisaje como seña de identidad cuya salvaje belleza se debe al rocas esculpidas que forman sucesivas playas, y todas las noches baila y pasa la noche emborrachándose con vinos y cocteles de la tierra.
Y mientras Parikia y Naoussa monopolizan el interés de los jóvenes y los turistas, los visitantes alternativos y de bajo perfil encuentran refugio en el interior donde se encuentra Lefkes, un pueblo favorito de los iniciados.
Encaramado en la montaña de Paros, lejos de piratas y turistas ruidosos, rodeado de pinos, olivos, almendros y huele a orégano y tomillo.
Calles estrechas y desniveladas y casitas con patios llenos de geranios.
En esta parte de la isla es el sonido que sale cuando Paros está en silencio.
Un velo de silencio lo cubre todo.
Paros, la elegante isla cicládica bañada por el sol.